
El siglo XIX fue una época de mucha inestabilidad política y conflictos en Europa lo que propició en muchos países el auge de nacionalismos y dictaduras. El aumento de la población y la falta de trabajo originó además que millones de personas vivieran en condiciones muy precarias, sobre todo en las zonas rurales. Un caldo de cultivo que supuso que millones de campesinos y obreros emigraran de forma masiva a otros lugares del planeta con la expectativa de una vida mejor.
El principal destino de esta "diáspora europea" fue Estados Unidos. Entre 1821 y 1860 se asentaron en el país norteamericano más de 5 millones de europeos, la mayor parte de ellos procedentes de Alemania e Irlanda (especialmente durante la gran hambruna irlandesa). Posteriormente las oleadas de inmigrantes europeos se intensificaron llegando también desde otros países como Gran Bretaña, Italia o los países escandinavos. A los que ya habían llegado se sumaron entre 1860 y 1920 más de 27 millones de inmigrantes europeos en Estados Unidos.

El récord de entrada de inmigrantes en el país se produjo en 1907 cuando llegaron hasta Estados Unidos un millón doscientos mil inmigrantes en un solo año. En el censo realizado en 1910, los extranjeros eran ya el 14,7% de la población. Ciudades como Nueva york contaban, a principios del siglo XX, con la tercera mayor comunidad de origen germano tras Berlín y Viena.

El otro gran destino de esta gran ola de inmigración europea fue Latinoamérica, destacando Argentina entre los países de Sudamérica que más emigrantes europeos recibieron, con cerca de 6,5 millones de personas.
Argentina a mediados del siglo XIX era un país escasamente poblado. Según el primer censo que se realizó en el país en 1869, la población no llegaba a los dos millones de personas. Esto cambió radicalmente en los años siguientes con los inmigrantes llegados de Europa, principalmente de España e Italia, afectando a su composición étnica y causando también un gran impacto social en el país.


En el censo de 1960, Argentina tenía 20 millones de habitantes, se estimó que si no se hubiera producido esta gran migración de personas procedentes de Europa, su población por esa época estaría en torno a los 8 millones.
Brasil fue otro de los países de Sudamérica que más inmigrantes europeos recibió durante esas décadas con cerca de 5 millones entre 1860 y 1920, sin embargo no todos se establecieron en el país y el impacto en la población nacional fue relativamente pequeña. Los inmigrantes en Brasil, principalmente italianos, portugueses y españoles llegaron a suponer el 36% del crecimiento de la población a finales del siglo XIX, sin embargo para 1920 la población extranjera suponía únicamente el 7% de la población total.
Aunque en menor medida que Argentina y Brasil, toda América Latina se vio afectada por estas grandes oleadas migratorias europeas. Uruguay recibió un millón de inmigrantes europeos hasta 1920; a Chile llegaron decenas de miles de alemanes, croatas, españoles, italianos, franceses e ingleses; Venezuela recibió más de 300.000 inmigrantes europeos entre 1874 y 1930; Perú cerca de 150.000 (de los que se quedaron la mitad); y la pequeña isla de Cuba acogió a más de 750.000 inmigrantes europeos durante el siglo XIX, a los que se sumaron medio millón más durante las siguientes décadas (cerca de 600.000 se establecieron definitivamente en la isla).

Nueva Zelanda recibió entre 1840 y 1915 algo más de 300.000 inmigrantes europeos. Y aunque continentes como África o Asia apenas se vieron afectadas por estas oleadas migratorias, ni tuvieron demasiado impacto en su población, países como Sudáfrica también acogieron cantidades considerables de inmigrantes, recibiendo más de un millón de europeos durante esas décadas.
Se estima que entre 1815 y 1932, aproximadamente 60 millones de personas emigraron desde Europa a otras zonas donde ya existían asentamientos de europeos. Un 71% de ellos emigraron a Norteamérica, un 21% a Latinoamérica y un 7% a Australia.
Aunque parte de ellos regresaron a su continente de origen, los que se quedaron se multiplicaron rápidamente. Poco antes de comenzar la Primera Guerra Mundial, el 38% de la población mundial eran descendientes de europeos. En la actualidad se calcula que, sin contar al continente europeo, para el 7% de la población mundial sus ancestros proceden de Europa. Cerca de 500 millones de personas descendientes de una de las mayores migraciones de la historia.
interesante verdaderamente , pero un poco largo
ResponderEliminarel saber no ocupa lugar
Eliminarme sirvió, gracias
ResponderEliminarInteresante historia
ResponderEliminarDefinitivamente el saber no ocupa lugar. Muy útil, muchas gracias!
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